Un híbrido es una cruza entre dos o más distintas líneas (o tipos) de alguna especie como por ejemplo maíz. Haciendo una analogía con el ganado: Si cruzamos vacas suizas de color café y con toros de cebu blancos, obtenemos una cruza o un híbrido entre los dos. El híbrido o cruza saldría entre café y blanco. Puede que tenga ventajas de ambas razas, como la producción de leche de la suiza y la resistencia al clima tropical del cebú. Por lo tanto, el híbrido es mejor para ciertos usos.

Sin embargo, si se procede a cruzar los descendientes (o híbridos) entre sí, ya no todas las hijas saldrán como 50% suiza y 50% cebú, sino habrá todo tipo de combinaciones, algunas más similares a las suizas, otras a las cebúes, otras intermedias y todavía otras serán extrañas o muy diferentes de sus ancestros. La ventaja de la combinación se pierde en parte. Es por ello que no se recomienda cruzar los híbridos entre sí. Lo que se debe hacer es mantener dos rebaños de raza pura, uno de suizas, otro de cebúes, y volver a hacer las cruzas cada vez que se quiera obtener un híbrido.

Producción de semilla híbrida. Al centro se observan los surcos de machos, son estos los que proveen el polen; a los costados se observan los surcos de hembras que proveen el jilote. Para semilla solo se cosechan las hembras.

En maíz es similar, solo que el agricultor generalmente no se da cuenta, puesto que la empresa semillera mantiene las líneas puras de los padres y produce el híbrido. Lo que el productor compra es el híbrido. Lo siembra y cosecha elote, grano o forraje. Sin embargo, si vuelve a sembrar la semilla que cosechó, ya no tendrá el mismo híbrido sino algunas plantas que se parecerán al padre del híbrido, otras a la madre, otras serán intermedias y algunas pocas no se parecerán a ninguno de los padres. Por lo tanto, el rendimiento y resistencia a enfermedades, acame, etc., va a ser menor en el cultivo sembrado con la semilla ‘reciclada’, comparado con el obtenido al sembrar una comprada a la semillera.

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